Teenager with smartphone

Comprobado, estamos perdiendo la paciencia

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En nuestro mundo cada vez más digital, la forma en que consumimos información está cambiando drásticamente. La tendencia se está alejando del compromiso con el contenido prolongado, como los libros y los artículos en profundidad, hacia una preferencia por contenido corto y fácil de digerir. Este cambio no solo se trata de cambios en las preferencias; también está remodelando nuestras habilidades cognitivas y afectando cómo interactuamos con la información a un nivel fundamental.

La transformación en nuestros hábitos de consumo se puede rastrear en gran medida al auge de las tecnologías digitales, específicamente los teléfonos inteligentes, internet y las redes sociales. Estas herramientas brindan acceso constante a un flujo de información breve y variada. Este modo de consumo está cambiando la estructura misma de nuestros procesos cognitivos. Nicholas Carr, autor de *Superficiales*, destaca cómo internet fomenta un estilo de lectura superficial, promoviendo la cantidad sobre la calidad. Este tipo de absorción de contenido tiende a debilitar nuestra capacidad de concentración y pensamiento profundo. Apoyando esto, la investigación de la Universidad de Stanford muestra que el uso intenso y frecuente de internet puede reconfigurar el cerebro para favorecer el escaneo rápido sobre la atención sostenida, potencialmente disminuyendo nuestra capacidad de concentración. Estudios adicionales, como los de académicos de la Universidad de California, Berkeley, han identificado tendencias similares, notando una reducción en la retención de memoria vinculada al consumo digital continuo.

Este cambio hacia la gratificación instantánea en el consumo de contenido tiene repercusiones psicológicas y cognitivas significativas. A nivel psicológico, la constante avalancha de información rápida fomenta un entorno donde rara vez se requiere o se cultiva la paciencia, llevando a una menor tolerancia a la espera de la recompensa. Esto es crucial, ya que la falta de paciencia está vinculada a varios problemas de bienestar emocional, incluyendo niveles más altos de estrés y ansiedad. Cognitivamente, el impacto es igualmente alarmante. El estudio de 2017 de Philip M. Fernbach et al., publicado en el *Journal of Experimental Psychology*, ilustra que los usuarios frecuentes de internet tienden a sobrestimar su comprensión de temas complejos. Esta “ilusión de conocimiento” contribuye a alimentar una satisfacción ficticia, que socava el pensamiento crítico y la capacidad de abstracción y de debate. Además, un informe del Pew Research Center discute las implicaciones más amplias de estas tendencias en el desarrollo cognitivo, sugiriendo que la fragmentación de la atención podría llevar a menos pensamiento crítico y a desarrollar un hábito de consumo de información más pasivo.

Children with smartphone taking picture

Foto de Tim Gouw

La preferencia por contenido más breve tiene amplias implicaciones tanto para la sociedad como para el crecimiento cognitivo individual. Culturalmente, existe el riesgo de que el alejamiento de la interacción con contenido detallado y complejo pueda llevar a un empobrecimiento del conocimiento y la comprensión colectiva. Para los individuos, particularmente l@s jóvenes, hay una clara correlación entre el aumento del tiempo frente a la pantalla y la disminución del compromiso con las formas tradicionales de aprendizaje y alfabetización, como leer libros. Esta tendencia podría afectar las futuras oportunidades académicas y profesionales, que a menudo dependen de habilidades de lectura profunda y comprensión. Informes de organizaciones como Common Sense Media corroboran estos hallazgos, mostrando un vínculo directo entre el aumento del consumo de medios digitales y la reducción de las tasas de lectura entre l@s adolescentes.

Pero esta falta de compromiso también muestra la creciente falta de paciencia y la intolerancia a la frustración, particularmente evidente en el comportamiento de l@s adolescentes, que han crecido en una era donde las respuestas rápidas y las recompensas instantáneas son la norma. Cuando l@s adolescentes están acostumbrad@s a la satisfacción inmediata, ya sea a través de respuestas rápidas en las redes sociales, la transmisión instantánea de videos o respuestas rápidas a través de motores de búsqueda, desarrollan un umbral reducido para soportar procesos que requieren más tiempo y esfuerzo. Esta dinámica es examinada a fondo en la investigación de la Dra. Kathy Charles, quien señala que tales expectativas pueden llevar a una frustración significativa cuando los resultados no son instantáneos o cuando el esfuerzo no produce resultados inmediatos.

Los efectos de esta impaciencia e intolerancia a la frustración se manifiestan ampliamente en los ámbitos educativos y psicológicos. Académicamente, l@s estudiantes pueden tener dificultades con tareas complejas que requieren esfuerzo y tiempo sostenido, optando en su lugar por tareas más fáciles o rápidas. Psicológicamente, la incapacidad para tolerar la frustración puede llevar a una mayor ansiedad y estrés. Estos impactos se destacan en un estudio de 2018 publicado en Developmental Psychology, donde l@s investigadores encontraron una correlación directa entre el tiempo frente a la pantalla y la disminución de la paciencia en l@s adolescentes, lo que afectó negativamente su rendimiento académico y bienestar emocional.

Es crucial que los padres y madres, educadores y mentores aborden estos desafíos estableciendo límites estructurados alrededor del uso de la tecnología y fomentando actividades que desarrollen la paciencia y la resiliencia. Alentar la participación en actividades que requieran un esfuerzo sostenido, como deportes, música o proyectos a largo plazo, puede ayudar a l@s adolescentes a aprender el valor de la persistencia y las recompensas de la gratificación retrasada. Por otro lado, iniciativas como períodos programados sin dispositivos digitales pueden ayudar a gestionar la sobrecarga de información y permitir un compromiso más profundo con formas de contenido más largas. Fomentar una mezcla de consumo de medios que incluya libros y artículos extensos puede ayudar a mantener y mejorar nuestra capacidad de concentrarnos y comprender ideas complejas. Además, fomentar períodos de aburrimiento sin recurrir a distracciones digitales puede mejorar la creatividad y el pensamiento reflexivo. Ser conscientes del propósito detrás de nuestro consumo de medios también puede llevar a un compromiso más significativo y enfocado, enriqueciendo nuestra experiencia y comprensión del contenido.

La era digital trae consigo muchos beneficios, incluyendo un acceso sin precedentes a la información. Sin embargo, es crucial reconocer y abordar los desafíos cognitivos y culturales planteados por el cambio en cómo consumimos contenido. Al comprender estos efectos y fomentar activamente hábitos de consumo más saludables, podemos disfrutar de las ventajas de la tecnología sin sacrificar nuestra profundidad de pensamiento o riqueza cultural. Este equilibrio es esencial para nuestro desarrollo personal y nuestra capacidad de contribuir reflexivamente a la sociedad.

Foto de portada de Cottonbro studio